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Si en el anterior artículo hablamos de las emociones positivas, no podíamos dejar de lado un concepto muy relacionado, la resiliencia. A pesar de incluirlo dentro de la serie dedicada a la psicología positiva, hay que señalar que este es un concepto que la psicología lleva estudiando desde los años setenta. Y la verdad es que lo merece.
¿Qué es la resiliencia?
Podríamos definir la resiliencia como la capacidad de sobreponerse al dolor emocional, continuando con nuestra vida y saliendo fortalecidos. La última parte de la definición tiene su importancia, es lo que de alguna forma diferencia la resiliencia de resistencia. La resiliencia no es recuperarnos después de que algo haya ido mal, sino mantenernos mientras sucede sin caer, sin hundirnos y poder decir cuando todo pasó que hemos aprendido, que somos más fuertes.
Las primeras ideas sobre resiliencia surgieron mientras se estudiaban niños provenientes de hogares difíciles. Los investigadores esperaban encontrar un desarrollo con problemas y la aparición de trastornos derivados. Para su sorpresa, algunos niños tenían una sorprendente capacidad para sobreponerse a las circunstancias, desarrollándose de forma normal y equilibrada. Aunque en un primer momento se pensó que era debido a las características propias de esos niños, con el tiempo la opción de que la resiliencia era algo que se podía desarrollar fue ganando fuerza.
En posteriores estudios se fue viendo, además, que factores como la inteligencia, la clase social o los conocimientos, no influían en que una persona, de hecho, fuera resiliente.
¿Cuáles son las características de la personalidad resiliente?
La resiliencia no es una única característica, si no que un conjunto de factores dan lugar a esta capacidad, citaremos los más destacados.
- Introspección: la capacidad de preguntarse a uno mismo y darse una respuesta sincera. Esto no es tan fácil como puede parecer, ya que en ocasiones no somos tan capaces de parar y cuestionarnos a nosotros mismos de forma franca, sin ambages.
- Independencia: entendida de dos formas. Por un lado, ser capaz de pensar y decidir por nosotros mismos, no siendo manipulados por el entorno. Por otro lado, muy importante dentro de la resiliencia, ser capaces de fijar límites entre uno mismo y los problemas, mantener una distancia tanto física como emocional. Claro está, sin llegar a aislarnos.
- Capacidad de relacionarse: ser capaces de crear vínculos afectivos con los que nos rodean, sin menoscabo de nuestra independencia. Es de extremada importancia y de gran ayuda a la hora de superar momentos difíciles.
- Iniciativa: la capacidad de idear y emprender acciones, de adelantarse y atacar los sucesos con el ánimo de exigirse y ponerse a prueba.
- Humor: actitud y forma de tomarse las cosas. Fundamental tanto para la resiliencia como para la psicología positiva en general. Permite que evitemos múltiples tensiones y cargas. Sin llevarlo al extremo de ocultarnos tras él.
- Creatividad: no entendida como genialidad, si no como la capacidad de pensar o tener ideas sobre cosas que no están presentes, que no son evidentes, ordenando un poco el caos que en los momentos difíciles parece inundar todo.
- Valores: el compromiso con unos valores, con unos ideales, con una forma personal de buscar el bienestar de los demás puede darnos fuerza en los momentos más difíciles.
- Autoestima consistente: imprescindible para el tema que tratamos. El aprecio que la persona tiene sobre si misma y la creencia en nuestras propias capacidades a partir de nuestro autoconocimiento es fundamental en este ámbito, como en tantos otros. En definitiva, reconocer nuestros propios talentos y que sean reconocidos.
- A estas características cabría añadir la capacidad de regulación emocional, unas buenas habilidades cognitivas, una mirada positiva de la realidad o la creencia, la posesión de un sentido de la vida.
¿qué relación tiene esto con la psicología positiva?
Por un lado, la resiliencia tal cual no cabe si no considerarla como una capacidad extraordinariamente positiva. Por otro lado, las emociones positivas parecen influir en la resiliencia. Podríamos decir que las personas resilientes no sólo tienen emociones positivas como optimismo, alegría o apertura a la experiencia, si no que estas emociones, de alguna forma, les defienden de las circunstancias adversas y de la tristeza que ocasionan. Podríamos entender que se da algún tipo de causalidad recíproca.
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