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En el podcast de hoy hablamos de una teoría sobre el cambio propuesta por Kurt Lewin que creo que nos puede ayudar a conseguir cambios permanentes en nuestras vidas o al menos darnos una visión más amplia de como hacerlo.
En estos días de principios de año todos tenemos distintos proyectos en mente de cambios que no siempre salen como habíamos planeado, o que una vez alcanzados no conseguimos mantener. La teoría del campo de fuerzas intenta darnos una visión general de los procesos de cambio y aportar una comprensión y una forma de formular estrategias que nos permitan conseguir estos cambios de forma sostenible.
En este artículo intentaré hacer un pequeño resumen de la parte teórica de esta teoría, en el podcast la desarrollamos intentando mostrarla de una forma un poco más practica.
¿De qué cambio estamos hablando?
La idea de cambio que está en la base de la teoría que vamos a tratar hoy no es novedosa, se remonta a los años cuarenta del pasado siglo (en cuanto a encontrarla escrita en un libro de psicología). Todos entendemos que un cambio es una transición de un estado a otro, y son estos estados iniciales y finales los que van a definir el cambio, al menos en un principio.
Para Kurt Lewin la discrepancia entre una condición real (en la que estamos) en comparación con la condición ideal (donde pensamos que queremos llegar) es lo que definirá nuestro proceso de cambio. Esta discrepancia, de hecho, estará en la base de todas las actividades humanas de búsqueda de metas y resolución de conflictos.
Por último, resaltar que el cambio al que nos referimos es un cambio planificado, un cambio en el que decidimos el punto de llegada y el proceso que queremos seguir, no un cambio, por ejemplo, debido a la adaptación a nuevas circunstancias.
Primera idea sobre el cambio: el campo de fuerzas.
Cualquier cosa que este sucediendo ahora en nuestra vida es el resultado de fuerzas que actúan en direcciones opuestas. Es decir, nuestro comportamiento en un momento dado no dependería de nuestro pasado o nuestro futuro sino de los hechos y acontecimientos contemporáneos y de como los percibimos, independientemente de cual sea su origen.
Todos estos hechos que nos rodean (estas fuerzas) son interdependientes, se relacionan entre si, y constituyen un campo de fuerzas dinámico que podríamos denominar espacio vital.
Este espacio vital comprende, como estamos diciendo, tanto nuestro entorno como nuestra percepción de la realidad. Será finalmente un espacio subjetivo propio que guarda relación tanto con como percibimos el mundo (con nuestros intereses, objetivos, miedos, posibilidades, expectativas…) como con como el mundo se relaciona con nosotros ( intereses de los que nos rodean, entorno físico, cultura de nuestra sociedad…)
Mediante esta idea, la perspectiva del cambio alcanza una dimensión más global, abandonamos el análisis únicamente de causas independientes, que podrían hacernos perder la visión de conjunto y no nos conformamos con explicaciones basadas únicamente en características individuales.
La hipótesis de esta teoría es que, cada punto del campo de fuerzas, cada situación en la que nos encontramos, corresponde a un punto de equilibrio, de tal forma que, si no cambiamos las fuerzas implicadas no podremos cambiar el equilibrio. Además, las fuerzas que actúan sobre nosotros no son independientes y por tanto al cambiar una podemos estar influyendo en todas las demás.
Para cambiar el equilibrio y por tanto llegar a la situación que queremos podremos, lógicamente, hacer tres cosas:
- Disminuir las fuerzas que se oponen.
- Aumentar las fuerzas que nos impulsan.
- Ambas cosas a la vez.
Muchas veces no nos planteamos las cosas de esta forma, sólo nos damos cuenta de que podemos aumentar las fuerzas en la dirección deseada (nos basamos, por ejemplo, en la voluntad y el esfuerzo) pero sin reparar en disminuir las que nos frenan, ni en como afectarán los cambios a estas fuerzas. Esto provoca que en ocasiones retrocedamos tras un gran esfuerzo sin conseguir mantener los cambios, precisamente por no haber pensado en como mantener un nuevo punto de equilibrio.
Segunda idea sobre el cambio: etapas.
Kurt Lewin sugiere que el cambio debe constar de tres etapas que con lo expuesto anteriormente resultan bastante intuitivas:
-Primera etapa: DESCONGELAR la antigua conducta o situación.
En esta etapa creamos un motivación y una disposición para el cambio. Puede ser que queramos cambiar por causas «negativas» como la culpa, la ansiedad o el miedo, o por causas «positivas» como ilusión, ambición de mejorar o ganas de crecer.
En cualquier caso, no bastara con esto, tendremos que de alguna forma, procurar una seguridad psicológica asociada a este cambio de conducta. Examinar el punto en el que estamos y al que queremos llegar, de la forma mas detallada y realista posible ( hay muchos métodos que se escapan del contenido de este artículo) así como el camino que hay que seguir y ver claramente las ventajas y desventajas de las conductas o hábitos a abandonar y a adquirir será determinante.
-Segunda etapa: MOVERSE.
En esta etapa la persona se ve inmersa en un proceso de reestructuración cognitiva. Así, necesitará de una información y una evidencia de que el cambio es deseable y posible. Fijarse en personas (modelado) que ya han desarrollado ese cambio o recopilar información del ambiente serán buenas estrategias.
-Tercera etapa: VOLVER A CONGELAR.
En esta etapa se integran las nuevas conductas en la personalidad y actitudes de la persona. La estabilización de los cambios requieren de una prueba para ver si se ajustan tanto al individuo como al ambiente social y las relaciones significativas.
De esta forma establecemos un campo de fuerzas que refuerce la nueva conducta o actitud. Esta etapa es una de las más distintivas de esta teoría.
Hagamoslo.
Cuando esta teoría del campo de fuerzas se utiliza en desarrollo organizacional muchas veces se recomiendan una serie de pasos para llevar a cabo este análisis. Tan solo necesitamos papel y lápiz y un poco de tiempo para aplicar lo aprendido.
–Paso 1
Decidir que situación interesa mejorar y describir de la forma más completa posible la situación actual y por qué queremos cambiarla.
–Paso 2
Describir de forma cuidadosa y completa la condición deseada donde queremos estar, intentando ser muy concretos sobre cual es el estado de las cosas en esta condición ideal.
–Paso 3
Identificar todas las fuerzas y factores que operan en el campo de fuerzas actual, tanto las impulsoras como las represoras. Este proceso debe ser lo más exhaustivo posible, de forma que la imagen de por qué las cosas están como están sea lo más clara posible.
–Paso 4
Examinar estas fuerzas, ver cuales son poderosas y cuales débiles (podemos asignarlas un valor numérico) y ver cuales son susceptibles de influencia o están bajo nuestro control y cuales no.
–Paso 5
Elegimos una estrategia para mover el equilibrio de la condición actual a la deseada. Como ya hemos dicho no suele ser conveniente aumentar simplemente las fuerzas impulsoras, ya que podrían incrementar la resistencia y tensión de la situación. Conviene seleccionar fuerzas restringentes y hacer planes de acción para cambiarlos.
A medida que se eliminan las fuerzas restringentes el equilibrio va cambiando hacia la condición deseada, entonces podemos proponer nuevas fuerzas impulsoras y desarrollar nuevos planes de acción.
–Paso 6
Poner en marcha los planes de acción, esto debería hacer que se alcance la condición deseada.
–Paso 7
Descubrir cuales son las acciones que se deben emprender para estabilizar el equilibrio en la condición deseada y poner en práctica dichas acciones.
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